FOTO: ISABEL MATEOS /CUARTOSCURO.COM
Agencias
Tapachula, Chis., 15 ABR.-A pesar de que la frontera con Guatemala está cerrada, el Instituto Nacional de Migración (INM) se encuentra abandonando a la suerte a decenas de personas que son puestas en riesgo por las constantes agresiones quienes creen que tienen COVID-19, denunció Alejandra Macías, vocera de la organización Asylum Access que vela por los derechos de los migrantes.
“Hemos visto como el Instituto Nacional de Migración abandona personas en la frontera conocida como El Ceibo, en Chiapas, además de que sabemos que hay personas que han sido detenidas por la Patrulla Fronteriza en el norte y entregadas a migración de México para su deportación sin ningún tipo de protocolos, por ello son encerradas e los centros en graves condiciones”.
Además, dijo que los pobladores de diversas partes de Chiapas han agredido a los migrantes por considerar que cuentan con COVID-19; por ello, se ha creado un corredor humanitario para que sean trasladadas las personas a sus países, pero México no se ha adherido al convenio, por lo que siguen varados y en espera de algún resultado quienes se encuentran varados en el país.
La activista denunció que los albergues del sur del país que son controlados por el INM, no son acordes para la atención de las personas, ya que existe hacinamiento y falta d condiciones de salud; además de que el titular de la dependencia Francisco Garduño, cuenta con una trayectoria en el sistema penal que fortalece la idea de las detenciones, ya que se trata a los migrantes como delincuentes cuando no han cometido ningún delito.
“Las estaciones migratorias que son centros de detención, deberían de desaparecer por muchos motivos, ya que no cuentan con las condiciones de higiene, no hay trato adecuado y hay hacinamiento; además de que se gastan recursos de mala manera. Ellos no han cometido delitos, más bien deben asesorarlos para que se entienda por qué migran”, aseveró.
Ante el cuestionamiento de si al INM realmente le interesan los migrantes y su atención, señaló que no lo sabe, pero lo que es una realidad es que les falta sensibilidad de trabajar en la perspectiva de derechos humanos. La Razón
